Escrito a las apuradas, porque sobra el tiempo pero también las tareas. Borroneado de urgencia y con tachaduras, porque intentamos pensar las palabras pero la realidad nos mueve el piso. Mientras el virus del miedo y el egoísmo se expanden, las y los de abajo debemos ensayar la solidaridad.
Al decir de Huasi, o nos aprojimamos o nos desnacen.
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La socialización del miedo
Como el de quien sabe amanecer bailando
en un andamio a treinta metros del piso;
o como el de quien ya está entrenado
en transitar salas de guardia abarrotadas,
a la espera de una camilla que tiene más de un inquilino.
Como quienes gastan los días fregando pisos
ensuciados por otros, en sus casas
y en las de otros, y ejercen la alquimia cotidiana de que
haya pan
donde no había, mate para engrupir al hambre;
los que un día sí, otro no se sabe.
Hoy el pan del miedo se amasa en las calles,
pero también se mastica en primera clase
y en la rifa de la pandemia, cualquiera tiene un número,
(aunque algunos más que otros).
Nosotros, que no acaparamos más fideos
de los que entran en nuestras despensas,
no escaparemos en soledad, tirando
la llave al fondo de ningún pozo.
Y sabemos que la socialización del miedo
no afectó por ahora la propiedad privada
de sus medios de producción.
Mariano Garrido;
18-03-2020