“Dirán exactamente de fidel/ gran conductor el que incendió la
historia etcétera/ pero el pueblo lo llama el caballo y es cierto/ fidel montó sobre
fidel un día/ se lanzó de cabeza contra el dolor contra la muerte”. Así
comienza el poema en que Juan Gelman talla en la hoja el contorno de ese
gigante que es Fidel. Así comienza el poema, y Fidel no termina.
Noventa veces Fidel; el que la CIA quiso matar cien veces y no pudo;
el que asaltó cuarteles de la tiranía; el que desde prisión lanzó su alegato y
prometió volver… y lo hizo. El que peleó en el monte y en el llano; el que condujo
a la victoria a su pueblo y logró la derrota del imperialismo en suelo
americano.
El que cantaron los poetas y saludan los pueblos.
“Historia agranda tus portones/ entramos con fidel con el caballo”.
***
Canto a
Fidel
Vámonos,
ardiente
profeta de la aurora,
por
recónditos senderos inalámbricos,
a liberar el
verde caimán que tanto amas.
Vámonos.
Derrotando
afrentas con la frente
–Plena
de martianas estrellas insurrectas–
juremos
lograr el triunfo o encontrar la muerte.
Cuando suene
el primer disparo y se despierte,
en virginal
asombro, la manigua entera,
allí a tu
lado, serenos combatientes,
nos tendrás.
Cuando tu
voz derrame hacia los cuatro vientos:
Reforma
Agraria, justicia, pan, libertad,
allí a tu
lado, con idénticos acentos,
nos tendrás.
Y cuando se
llegue al final de la jornada
(la
sanitaria operación contra el tirano),
allí a tu
lado, aguardando la postrer batalla,
nos tendrás.
El día que
la fiera se lama el flanco herido
donde el
dardo nacionalizador le dé,
allí a tu
lado, con el corazón altivo,
nos tendrás.
(No pienses
que puedan menguar nuestra entereza
las
decoradas pulgas armadas de regalos;
perdimos un
fusil, sus balas y una peña.
Nada más).
Y si en
nuestro camino se interpone el hierro,
pedimos un
sudario de cubanas lágrimas
para que se
cubran los guerrilleros huesos
en el
tránsito a la historia americana.
Nada más.
Ernesto Che
Guevara; 1956
***
A Fidel
Fidel, Fidel, los pueblos te agradecen
palabras en acción y hechos que cantan,
por eso desde lejos te he traído
una copa del vino de mi patria:
es la sangre de un pueblo subterráneo
que llega de la sombra a tu garganta,
son mineros que viven hace siglos
sacando fuego de la tierra helada.
Van debajo del mar por los carbones
Y cuando vuelven son como fantasmas:
se acostumbraron a la noche eterna,
les robaron la luz de la jornada
y sin embargo aquí tienes la copa
de tantos sufrimientos y distancias:
la alegría del hombre encarcelado,
poblado por tinieblas y esperanzas
que adentro de la mina sabe cuándo
llegó la primavera y su fragancia
porque sabe que el hombre está luchando
hasta alcanzar la claridad más ancha.
Y a Cuba ven los mineros australes,
los hijos solitarios de la pampa,
los pastores del frío en Patagonia,
los padres del estaño y de la plata,
los que casándose con la cordillera
sacan el cobre de Chuquicamata,
los hombres de autobuses escondidos
en poblaciones puras de nostalgia,
las mujeres de campos y talleres,
los niños que lloraron sus infancias:
ésta es la copa, tómala, Fidel.
Está llena de tantas esperanzas
que al beberla sabrás que tu victoria
es como el viejo vino de mi patria:
no lo hace un hombre sino muchos hombres
y no una uva sino muchas plantas:
no es una gota sino muchos ríos:
no un capitán sino muchas batallas.
Y están contigo porque representas
todo el honor de nuestra lucha larga
y si cayera Cuba caeríamos,
y vendríamos para levantarla,
y si florece con todas sus flores
florecerá con nuestra propia savia.
Y si se atreven a tocar la frente
de Cuba por tus manos libertada
encontrarán los puños de los pueblos,
sacaremos las armas enterradas:
la sangre y el orgullo acudirán
a defender a Cuba bienamada.
palabras en acción y hechos que cantan,
por eso desde lejos te he traído
una copa del vino de mi patria:
es la sangre de un pueblo subterráneo
que llega de la sombra a tu garganta,
son mineros que viven hace siglos
sacando fuego de la tierra helada.
Van debajo del mar por los carbones
Y cuando vuelven son como fantasmas:
se acostumbraron a la noche eterna,
les robaron la luz de la jornada
y sin embargo aquí tienes la copa
de tantos sufrimientos y distancias:
la alegría del hombre encarcelado,
poblado por tinieblas y esperanzas
que adentro de la mina sabe cuándo
llegó la primavera y su fragancia
porque sabe que el hombre está luchando
hasta alcanzar la claridad más ancha.
Y a Cuba ven los mineros australes,
los hijos solitarios de la pampa,
los pastores del frío en Patagonia,
los padres del estaño y de la plata,
los que casándose con la cordillera
sacan el cobre de Chuquicamata,
los hombres de autobuses escondidos
en poblaciones puras de nostalgia,
las mujeres de campos y talleres,
los niños que lloraron sus infancias:
ésta es la copa, tómala, Fidel.
Está llena de tantas esperanzas
que al beberla sabrás que tu victoria
es como el viejo vino de mi patria:
no lo hace un hombre sino muchos hombres
y no una uva sino muchas plantas:
no es una gota sino muchos ríos:
no un capitán sino muchas batallas.
Y están contigo porque representas
todo el honor de nuestra lucha larga
y si cayera Cuba caeríamos,
y vendríamos para levantarla,
y si florece con todas sus flores
florecerá con nuestra propia savia.
Y si se atreven a tocar la frente
de Cuba por tus manos libertada
encontrarán los puños de los pueblos,
sacaremos las armas enterradas:
la sangre y el orgullo acudirán
a defender a Cuba bienamada.
Pablo Neruda
de Canción
de gesta; 1960
***
Ronda de la
fortuna
Fidel tiene
fortuna,
una sola
fortuna:
estar,
entre
nosotros,
por un mundo
mejor.
Qué fortuna
mayor.
Fidel,
sin odio y
sin hiel,
abre muros
y ventanas.
Fidel
Fidel tiene
fortuna,
una sola
fortuna,
la fortuna
de ser
Fidel
Nancy
Morejón; 2006
***
Su presencia
Su nombre es un verbo: sea el día
y sean las noches. Nadie puede resumirlo,
no se dedica un poema directamente a él,
ni una pieza recién hecha, ni una fábrica.
Es un padre, pero todos lo vemos como el mejor
de los hermanos, el amigo más alto.
No se le dedica directamente cosa alguna
pero cada hombre del pueblo moriría por él
en cualquier circunstancia.
Su nombre es un verbo: sea el día
y sean las noches. Nadie puede resumirlo,
no se dedica un poema directamente a él,
ni una pieza recién hecha, ni una fábrica.
Es un padre, pero todos lo vemos como el mejor
de los hermanos, el amigo más alto.
No se le dedica directamente cosa alguna
pero cada hombre del pueblo moriría por él
en cualquier circunstancia.
Virgilio López Lemus
En El pan de Aser; 1987