Abril empieza mal. El calendario trae otoños, y el recuerdo de una guerra absurda perdida de antemano, y el recuerdo de una guerra más remota que se pierde en la batalla, y el retazo del fusilamiento de un maestro, y pare ahí.
Abril empieza mal. Y esto ya parece un obituario. Y algo así le había dicho cierto jerarca a un poeta criticándole su libro. Y es que nuestra historia viene teniendo la despareja particularidad de que el pueblo aporte de manera sobreabundante, casi exclusiva, los cadáveres, le habría contestado aquel poeta.
Abril empieza mal, y pasa el fantasma de Fuentealba deteniendo una hoja de almanaque, y el de Tuñón recitándonos la Guerra de España, y muchos otros de cara aún ignota, prometiéndonos una suerte bien posible de fantasmas si no hacemos que algún día abril termine de otra forma.
Abril: aquí yacen los que lucharon.
***
CI YACET
« Ci yacet pulvis; cines et nihil. »
(Inscripción en la tumba del
cardenal Portocarrero.)
Aquí yacen ceniza, polvo y nada.
Cayeron en el centro de la lucha,
cayeron en el centro de la tarde
a la perfecta soledad, madura.
Aquí yacen ceniza y polvo y nada,
pero su sangre corre en nuestra sangre
que ceniza no es, ni polvo y nada.
Pero su sueño vive en nuestro sueño
que ceniza no es, ni polvo y nada,
que polvo no es y no es ceniza y nada.
Y su alegría está en nuestra sonrisa
que ceniza no es ni polvo y nada,
que nada no es ni polvo ni ceniza.
Aquí yacen ceniza y polvo y nada
los que fueron de carne, sangre y hueso,
y en nuestra carne y sangre y hueso nacen,
muerte fecunda en el vital proceso.
Polvo y ceniza y nada no es su muerte,
que la muerte, en la lucha no es la muerte,
no pongáis epitafios a su muerte.
Transformación constante, cielo y tierra,
el sol, el agua, el aire es epitafio,
en la paz y en la guerra de la tierra.
De la tierra vinieron y a la tierra
volvieron y la tierra los devuelve.
Son la Historia, que sigue.
Son la Revolución, que nunca muere.
Raúl González Tuñón
(En La muerte en Madrid; 1939)
« Ci yacet pulvis; cines et nihil. »
(Inscripción en la tumba del
cardenal Portocarrero.)
Aquí yacen ceniza, polvo y nada.
Cayeron en el centro de la lucha,
cayeron en el centro de la tarde
a la perfecta soledad, madura.
Aquí yacen ceniza y polvo y nada,
pero su sangre corre en nuestra sangre
que ceniza no es, ni polvo y nada.
Pero su sueño vive en nuestro sueño
que ceniza no es, ni polvo y nada,
que polvo no es y no es ceniza y nada.
Y su alegría está en nuestra sonrisa
que ceniza no es ni polvo y nada,
que nada no es ni polvo ni ceniza.
Aquí yacen ceniza y polvo y nada
los que fueron de carne, sangre y hueso,
y en nuestra carne y sangre y hueso nacen,
muerte fecunda en el vital proceso.
Polvo y ceniza y nada no es su muerte,
que la muerte, en la lucha no es la muerte,
no pongáis epitafios a su muerte.
Transformación constante, cielo y tierra,
el sol, el agua, el aire es epitafio,
en la paz y en la guerra de la tierra.
De la tierra vinieron y a la tierra
volvieron y la tierra los devuelve.
Son la Historia, que sigue.
Son la Revolución, que nunca muere.
Raúl González Tuñón
(En La muerte en Madrid; 1939)