De las elecciones que ellos tomaron hubo una que no fue buena, sin dudas. Otras sí. No lo fue haber confiado en estos gobernantes tan de avanzada, que les han negado el refugio político. A estos seis militantes paraguayos que venían perseguidos desde su país, acusados de un asesinato ajeno, inculpados para escarmiento del pueblo pobre que levanta la cabeza ante el atropello mayoral, el poder elige no escucharlos. Y nada dice de ellos y su rsistencia ningún periódico.
El gobierno paraguayo elige perseguirlos. El argentino, encarcelarlos. El gobierno argentino elige ponerse del lado del Partido Colorado de Stroessner.
Y los seis presos paraguayos eligen la lucha. Presos y todo. Sesenta y cinco días sin comer. Diecisiete kilos perdidos en promedio, y daños en riñones y otros órganos.
Agustín, Roque, Gustavo, Simeón, Basiliano, Arístides. Ellos eligieron el camino difícil, y lo reafirman.
El deber actual: elegir la solidaridad.
***
El quinto día de una huelga de hambre
Si no consigo expresar bien, hermanos,
Lo que quiero decirles,
Tendrán que disculparme:
Siento algunos mareos,
me da vueltas un poco la cabeza.
No es el alcohol.
Apenas, es un poquito de hambre.
Hermanos,
Los de Europa, los de Asia, los de América.
Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre.
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo,
Y los ojos de ustedes me miran de muy cerca,
lucientes como estrellas,
En tanto que sus manos
son una sola mano estrechando la mía,
como la de mi madre,
como la de mi amada,
como la de la vida.
Hermanos míos:
Por otra parte, ustedes nunca me abandonaron,
Ni a mí, ni a mi país,
ni tampoco a mi pueblo.
Del mismo modo que los quiero a ustedes,
ustedes quieren a los míos, lo sé.
Gracias, hermanos, gracias.
Hermanos míos:
Yo no tengo la intención de morir.
Si soy asesinado,
Sé que entre ustedes seguiré viviendo:
Yo estaré en los poemas de Aragón
(en su verso que canta la dicha del futuro),
Yo estaré en la paloma de la paz, de Picasso,
Yo estaré en las canciones de Paul Robeson
Y, sobre todo
y lo que es más hermoso:
Yo estaré en la triunfante risa del camarada,
Entre los cargadores portuarios de Marsella.
Para decirles la verdad, hermanos,
Si no consigo expresar bien, hermanos,
Lo que quiero decirles,
Tendrán que disculparme:
Siento algunos mareos,
me da vueltas un poco la cabeza.
No es el alcohol.
Apenas, es un poquito de hambre.
Hermanos,
Los de Europa, los de Asia, los de América.
Yo no estoy en prisión ni en huelga de hambre.
Me he tendido en el césped, esta noche de mayo,
Y los ojos de ustedes me miran de muy cerca,
lucientes como estrellas,
En tanto que sus manos
son una sola mano estrechando la mía,
como la de mi madre,
como la de mi amada,
como la de la vida.
Hermanos míos:
Por otra parte, ustedes nunca me abandonaron,
Ni a mí, ni a mi país,
ni tampoco a mi pueblo.
Del mismo modo que los quiero a ustedes,
ustedes quieren a los míos, lo sé.
Gracias, hermanos, gracias.
Hermanos míos:
Yo no tengo la intención de morir.
Si soy asesinado,
Sé que entre ustedes seguiré viviendo:
Yo estaré en los poemas de Aragón
(en su verso que canta la dicha del futuro),
Yo estaré en la paloma de la paz, de Picasso,
Yo estaré en las canciones de Paul Robeson
Y, sobre todo
y lo que es más hermoso:
Yo estaré en la triunfante risa del camarada,
Entre los cargadores portuarios de Marsella.
Para decirles la verdad, hermanos,
Yo soy feliz, feliz a rienda suelta.
Nazim Hikmet
(En Nazim Hikmet, colección "Vidas Rebeldes"; en prensa)