Hace casi 32 años. En marzo daban el golpe, y en junio caía Paco Urondo. Pero antes, también él, como Nazim, como Miguel, como tantos otros (es casi un tópico) había cantado a la libertad, incluso desde detrás de los barrotes.
Hoy los que defienden a las multinacionales y su ordenamiento social toman figuras como la de Paco y hacen de cuenta que les pertenecen. Hoy se sigue hambreando. Hoy los hambreadores rinden huecos homenajes.
Nosotros también rendimos homenajes; un grito que dice que aún no asoma aquello por lo que peleamos.
El verdugo sigue ahí; la reja sigue ahí; nuestros sueños, también, siguen latiendo.
La reja sigue ahí, pero no pertenece a la realidad.
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La verdad es la única realidad
Del otro lado de la reja está la realidad, de
este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación
o de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos, aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las
masacres, las redenciones, pertenecen a la realidad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.
Cárcel de Villa Devoto, abril de 1973
Paco Urondo
(De Cuentos de batalla; 1973-1976)